Lulú Petite

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Clandestino

2011-03-04
Francamente resulta muy difícil enojarse con David.

No le latió que me fuera entre semana a Querétaro y a León. En la escuela dije que sería de trabajo, pero como a David, para mantenerlo a raya de mi doble vida, le conté la versión de que tengo otro novio. No me compró la versión de que estaría trabajando (lo chistoso es que a eso fui).

Desde luego no hace preguntas y aguanta vara, especialmente porque tiene entendido que "el otro" (que ni existe) es el novio formal y que él, David, es el clandestino, el Sancho, mi amante, el otro... así que mejor no pregunta ni le mueve al tema. Como además, le dan celitos, evita en lo posible el tema, cosa que a mí me queda muy cómoda y lo dejamos como una verdad silenciosa. Viéndolo fríamente, no es del todo falso, aunque en realidad "el otro" no sea una persona, sino mi oficio y, bueno, me queda cómodo.

El caso es que cuando me fui a León, David traía una carita de puchero que apenas podía disimular. Le dije que no estuviera de jeta e hicimos como que nos enojábamos. Cuál sería mi sorpresa cuando, llegando a mi depa de madrugada, me encuentro con un gran ramo de rosas en la puerta y una tarjetita, sólo con su nombre.

Me robó una sonrisa. Claro, pensé: "Este cabrón me tendió un cuatro, si de verdad me hubiera ido a zorrear con algún novio y llego a mi depa con semejante jardín en la puerta, al menos me obligaría a dar explicaciones". De cualquier forma el arreglo me gustó y dormí contenta.

Hoy, desde luego, le reclamé. Le dije que afortunadamente venía sola, pero que comprendiera que me podía meter en un lío. Me hice la sorprendida. Después le di un besototote de esos que dejan con ganas... A ver si en la noche se las quito...