Lulú Petite

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Strikes

2011-04-28


Mi negocio funciona gracias al teléfono. Todos los días una buena cantidad de señores con ganas de calmar sus calenturas, me llaman para pedir información sobre mis servicios. Con la misma gracia de la explicación de un chavito en el callejón del beso de Guanajuato, recito en cada ocasión un speech bien ensayado con el que explico el precio, lugar y condiciones para que nos echemos un palito memorable. Llaman muchos prospectos y a todos hay que atenderlos con la misma cortesía, pero hay de llamadas a llamadas y gente que, desde el principio, hace todo para sacarte de tus casillas. Estoy a mitad de una clase cuando suena el teléfono por primera vez. Lo puse en silencio antes de que la maestra me diera un puto latigazo con los ojos, pero insiste el vibrador. De plano desactivo la vibración antes de que me echen de clase. Al terminar la clase, me encuentro con 16 llamadas perdidas, algo así como una cada tres minutos. No acabo de revisar, cuando entra la llamada 17. Contesto...

-Oye chula- me dice un chavo al otro lado del auricular (Primer strike: pocas cosas me reencabronan más que me digan “chula”, no es mal pedo, pero me suena como que así le llaman los muy tercermundistas a sus mascotas), pero el chavo continúa -Pos te llamaba para preguntarte cómo está el asunto.

No puedo ponerme exigente al teléfono. Es de suponer que “cómo está el asunto” es una forma rupestre pero respetuosa de pedir información sobre mis servicios. Suspiré profundamente y, con la paciencia de un fanático del Cruz Azul y la coquetería de una gatita risueña, le expliqué a detalle qué teníamos que hacer para coger alegremente:

-Basta- le dije, con que te instales en un hotel de la zona viaducto-patriotismo-revolución y que me llames ya que tengas una habitación. Yo estaré allí quince minutos después, muy sexy y calientita, lista para complacerte por una hora, a cambio de equis precio.

-¡Ah! Está bien... oyes... y... ¿Te puedo dar besos?
-Sí, claro

-Y ¿trabajas por atrás?

-¿O sea cómo?- Pregunté haciéndome la desentendida, ya desde el primer choro le había explicado que no practico el sexo anal, pero no creo que pensara que lo atendiera en una trastienda.

-Sí, que si se vale por el asterisco.

-No, ya te comenté que no.

-Ándale, te voy a tratar bien- Segundo strike. Si las reglas están claras ¿Por qué insistir? Podrán decir, es que yo si sé hacerlo, es que no has probado, es que te va a gustar, es que yo si sé. ¡No me importa! No, es no.
-No- Respondí a punto de colgar.

-Bueeeeno, pero... ¿No me puedes hacer un descuentito?

Tercer strike, ponchado. ¡COLGUÉ!