Lulú Petite

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Cinco simples reglas

2011-05-02

Si bien no acostumbro poner en el Blog lo que se publica en la columna de El Gráfico, tratándose de una declaración de principios no está mal traerla también a este changarro. No voy a transcribir todo el choro, simplemente me iré directo a enunciar las cinco reglas básicas que sigo para desempeñar mi oficio, no quiero decir que sean las únicas, pero si las más arraigadas y las que jamás rompo:

Primera. El secreto de una prostituta es como el que le cuentas al abogado, al médico o al cura. Nunca, por ningún motivo, puedes revelar con quienes te has encamado, no sólo porque está mal visto, sino porque es de pésimo gusto. Hay que tener presente, que en este negocio, los clientes no pagan sólo por sexo, sino por tener el derecho a recordarnos y a que nosotras los olvidemos.



Segunda. Hay que hablar con la verdad y cumplir lo que prometes. Nada más mata pasiones que ofrecer a una rubia espectacular, de medidas perfectas y que te caiga el clon malhumorado de Paquita la del Barrio. Nada más frustrante que prometer un acostón marca Caligula con todas posiciones del Kamasutra y a la mera hora no dejar ni que toquen las chichis. Yo soy la que ven y siempre cumplo lo que ofrezco.



Tercera. Ponchar por dinero no es sinónimo de estar dispuesta a todo. Hay límites y se deben establecer. Si me tratas con miel, con miel te respondo, pero si quieres pasarte de lanza, también sé sacar las uñitas. Si vas a acostarte con alguien y compartir besos y pasiones, lo menos que puedes pedir es respeto, además, si soy bien tratada, pongo unas descremadas riquísimas.



Cuarta. La salud es lo primero y en eso soy irreductible: El servicio es con condón o con condón.



Quinta. Siempre he dicho que me considero una mujer con suerte. He vivido cosas muy locas y sigo de pie, con la sonrisa en los labios y la mirada en el futuro. Sin embargo, también he dicho, que si otra vez tuviera dieciocho años y pudiera volver decidir entre irme con el hada o regresar a casa, probablemente no tomaría la misma decisión. La prostitución no es un negocio que recomiende. Es peligroso, es duro y muy pocas salimos enteras. Por eso cuando alguien me pide que le ayude a entrar en esto, me niego terminantemente. Puedo hacerme responsable por mis actos, pero de ninguna manera cargaría con la responsabilidad de ayudar a alguien más a tomar un camino tan embachado.
No sé si son buenas reglas, pero hasta ahora me han funcionado a toda madre.

Besitos...