Lulú Petite

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Nuevecito

2011-07-04

Y sí. Ayer fue un sábado con algo de intensidad. En la mañana, recibí la llamada de aquel, de quien alguna vez conté que, aunque lo veo como cliente, hace que el corazón me pegue de brincos. Me llamó para invitarme a desayunar, pero como no me latía la idea de dar ese paso entre cliente-proveedora al de niño y niña desayunando juntos en un sábado, le dije que no y pospusimos el encuentro para el martes. De todos modos, él lee este bolg, así que tengo la desventaja, en ese sentido, de ser un libro abierto (o una computadora). No importa, de cualquier modo, será hasta entonces.

El día estuvo ajetreado y divertido, pero a eso de las siete de la noche... conocí a Nuevecito (@9_cito). Nuevecito tomó su apodo del hecho, inusual en estos tiempos, de que no había mojado la brocha, matado el chango a puñaladas, puesto Jorge al niño, enterrado al difunto, pisado la cucaracha, metido el pájaro en la jaula. Dicho de otro modo, aseguraba ser quinto.

Hace unos días apareció en twitter asegurando que justamente este fin de semana, vendría a quitarse esa maldición, lo cierto es que ya hace algunos años se había hecho famoso negociando con destacadas colegas en un distinguido foro de Internet, la necesidad de desquintarse.

La verdad es que al fin lo conocí. Un muchacho guapo, simpático, de muy buen corazón y que le crea su abuelita que se seguía guardando virtuoso para el altar, porque me cogió y bien, un chavo nuevecito, que de verdad se está estrenando en las artes amatorias no tiene tantas habilidades, ni sabe moverse tan rico, es más nervioso al besar y menos atinado con las caricias. Nuevecito, por el contrario, lo hizo muy bien.

Por encima de todo, conocí a un buen amigo, de un corazón de esos que gustan y un estilo a toda madre. Fue una noche mágica. Un beso ranita.