Lulú Petite

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Después de Lucía

2012-10-21

Dos lecturas después de Después de Lucía



I


La película es maravillosa. No es una película sencilla. Voy a comentarla cuidando no boicotear las sorpresas para quien quiera ir a verla, de modo que no revelaré más de lo que el tráiler insinúa. El principio es lento, pero ayuda a construir el ambiente de tedio y depresión de padre e hija después de la tragedia familiar, después de Lucía, pero va creciendo hasta construir un espléndido final con puntos suspensivos, más trágicos que un desenlace descriptivo.


Los puntos suspensivos en la literatura, los finales inacabados en el cine, pueden parecer un permiso para el público. El autor renuncia a su derecho a escribir el final, cediéndolo al público. Podría como la mayoría de las películas, decirnos simplemente qué sucedió con cada uno de los personajes después de la parte central de la película, pero prefiere dejarnos así, imaginando qué pasará con Alejandra y con Roberto después de que se oscurece la pantalla. Puedes imaginar cualquier cosa, pero hasta la más optimista resulta triste. Lo cierto es que los puntos suspensivos en una obra como ésta no son necesariamente esa sesión de derechos para que usted, amable cinéfilo, construya desde su butaca el final que más le plazca. Puede también ser un capricho del cineasta, una broma en la que, queramos o no, deja a Roberto con su pena, navegando para siempre en esa lancha solo, solo, solo, en la eternidad de esos puntos que suspenden.


II


Entré a la página de Facebook oficial de la película. Hay críticas positivas y negativas de la película, es normal, no a todo mundo debe gustarle. Muchos de los comentarios negativos (y positivos) se descalifican desde sus faltas de ortografía, pero no uno en particular, que está bien escrito, pero creo que mal planteado. Me preocupa en lo personal la opinión de una persona que dice trabajar en una preparatoria y desestima el fenómeno de la intimidación y acoso escolar (bullying). Ojalá quienes trabajan en educación secundaria y media superior se documentaran sobre el crecimiento del fenómeno, sus implicaciones graves y lo que ha significado el uso de redes sociales para incrementar su sadismo. No es un asunto menor.


El problema es que padres y maestros sean los últimos en enterarse de lo que pasa y piensen que se trata de simple “carrilla”, algo “que con el tiempo superas”. No verlo es una forma de ser cómplice. Quien diga que no sucede, que se documente sobre el caso de Amanda Todd, canadiense de 15 años, que hace un par de semanas se suicidó después de vivir un infierno extraordinariamente parecido al de Alejandra en la película.




No dejes de ver el tráiler de la película (al principio de este texto), estoy segura de que se te antojará verla.