Lulú Petite

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Pinches maestros

2013-09-02
 
Lo único bueno del tráfico en la Ciudad de México es que fomenta la meditación. No hay más remedio. Si voy manejando, por más que ponga música o encienda la radio, por más que vaya peleando con otros automovilistas, aventando lámina para ver quién pasa primero, por más que miente madres contra los pinches maestros que tienen tomada ésta o aquella avenida, hay un momento en el que, más que en el embotellamiento, quedo atrapada en mis pensamientos.
Iba retrasada a una cita con un cliente y estaba atrapada entre una multitud de carros estacionados que muy ocasionalmente avanzaban unos metros. Delante de mí, una pick up del año del caldo venía fumigándome con el humo de un mofle que bien podría calificar de arma química. Estaba hasta la madre.
Naturalmente cuando llegué a mi compromiso me disculpé por el retraso argumentando que las interminables marchas de los maestros de la CNTE tienen a la ciudad patas arriba. ¿Por qué tenía yo que aguantar este tráfico? ¿Todo por culpa de una bola de maestros irresponsables que no quieren que los evalúen?
No recuerdo qué le dije, pero fue algo más o menos así. Lo que recuerdo bien es que el cliente puso sobre mí una mirada sombría, casi enérgica antes de regañarme:
-Yo soy maestro.
No me sentí culpable. Al contrario, me alegré de que hubiera escuchado mi opinión y me enojó saber que, mientras sus cómplices están emplantonados por todos lados, un profe se haya dado la escapadita para coger. Estaba indignada. No le dije nada, pensando una respuesta que fuera demoledora, pero devolví la mirada rigurosa. Ya iba a soltarle mi sincera opinión cuando él se adelantó. No recuerdo con precisión cómo lo dijo, pero fue más o menos esto:
-Soy maestro, pero no de los que están manifestándose. Me jubilé hace años nena. Cuando trabajaba a los maestros se les quería y respetaba. Me tocó ver muchas cosas. Escuelitas muy pobres en los lugares más lejanos. Escuelas sin baños, sin bancas, sin pizarrones, con un maestro para todos los grados. No creas que eso ha cambiado. Yo creo que México necesita una reforma educativa, la educación debe cambiar para bien, pero eso se tiene que comenzar pensando en mejorar las escuelas ¿tú crees que si un maestro pasa un examen, va a cambiar la situación de los niños en las escuelas que no tienen luz o que les falta agua? Todos hemos oído que los maestros dicen que no a la reforma pero ¿te has dado el tiempo para averiguar por qué lo dicen?
Era cierto. Yo tenía mi versión, pero no la de ellos. En los últimos días he oído opiniones atroces sobre los maestros. Todos tienen algo qué decir, una queja, una acusación. De huevones y rijosos no los bajan, pero creo que un pueblo que repudia a sus maestros está pisando suelo quebradizo.
No digo que estén bien ni que me den gusto sus desmadres, pero creo que el mejor camino para hacer las cosas mejor, es escuchando a todos, aunque sean poquitos, aunque sean ruidosos, aunque en principio no me parezca lo que hacen o lo que dicen. Ésta es mi ciudad y me choca que la tomen, pero también es el país de ellos. Cada día cuando cierran el vialidades para construir líneas nuevas del metrobus o más segundos pisos, cada que el ángel es tomado para una celebración, cuando hay peregrinaciones, ciclopistas o competencias deportivas, también se cierran vialidades y también miento madres, pero aquí escogí vivir y sé que ese tráfico interminable viene con el paquete.
No estoy a favor de una posición o de otra, en todo caso estaría a favor de la educación y el primer granito de arena, según yo, sería comenzar por hablar bien de los maestros y, no sé, esperar que los escuchen.